viernes, 19 de julio de 2013

Pensar, pero no creer

Pasa la tarde. Suena la música, y el sol ilumina como cada día. Piensas que no asomarte a la ventana es un suicidio, pero cuando lo haces no tienes un objetivo. Te mantienes firme, pero no te espera nadie. Suena el teléfono, es una persona de tu familia, sin embargo, no hay ni rastro. Cuelgas y te das cuenta que ni siquiera has oído un que tal, o un ven pronto. Y que te gustaría a ver oído. 
Todavía me acuerdo de aquel día, aquel día que miraba por la ventanilla del coche de mi padre, y no pensaba en nada, o de cuando deseaba ir a casa de mi tía a comer, y el único problema que había, era que la tenía que avisar un día antes. Era una niña. paseando vi una pareja de la mano, me hizo gracia, pensé en si algún día yo me sentiría igual. También vi a una chica sola sentada en un banco, tenía una mirada triste. Yo en este caso me pregunté si estaba bien, si tal vez no tenia a nadie, o había discutido con su familia. Me parecía imposible, pensar que yo algún día, estuviera como ella. No sabía como se sentía, no sabía nada. 
Me resulta tan difícil pensar que ni siquiera los mas allegados te muestren su apoyo. Que ni siquiera ellos, se preocupen por ti, que ni siquiera te escuchen cuando alzas la voz. 
Hoy, por fin me decido a salir, a pasear. Y me encuentro en aquel banco. Sola. Con tantas cosas que decir, pero a la vez, con tantas ganas de callar. Ganas de cerrar los ojos y pensar que como los demás, puedo vivir. De pronto, pasa un niño con sus padres de la mano, me mira. Me pregunto, si pensará lo mismo que un día pensé, pero no creí.  

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